viernes, 10 de julio de 2009

ÓBITO FETAL



El óbito fetal es uno de los eventos más devastadores tanto para los padres como para el médico. Su manejo por el obstetra es muy limitado, ya que sólo se logra descubrir la causa en un 50% de los casos. Es recurrente entre uno y tres por ciento, pero depende del origen. Muchas veces no hay signos previos o de alarma, por lo cual el hallazgo constituye, habitualmente, una sorpresa.

Los padres deben pasar de la ilusión y la alegría de tener un nuevo niño a la dolorosa situación de tener que confrontar esta terrible noticia. Cuando la muerte del feto se produce después de 20 semanas, se dice que se trata de un óbito fetal, esta situación ocurre en aproximadamente uno de cada 200 embarazos.

Cuando una mujer sana se embaraza, ella presenta un 10% de posibilidades de perder la gestación en las primeras diez semanas y menos del 5% hasta la semana 12 (tercer mes), a lo que se llama aborto. Pérdidas posteriores al tercer mes son muy poco frecuentes, pero conllevan a un sufrimiento aún mayor de la familia y el cuerpo médico. Según datos, tomando en cuenta embarazos mayores de 20 semanas, de cada 1.000 nacimientos ocurren seis a 12 óbitos fetales (muerte fetal ‘in útero’), siendo la población hispana la más afectada por su baja condición socioeconómica.
En la mayoría de las ocasiones, la pérdida es inesperada puesto que hasta la mitad de los óbitos ocurren en embarazos cuyo curso había sido completamente normal.

El 14 % de las muertes fetales ocurren durante el parto mientras que el 86% tiene lugar antes del mismo. Es importante que la madre esté atenta a cualquier cambio en la frecuencia de los movimientos del bebé y acudir con su médico si el bebé repentinamente deja de moverse y dar pataditas.

¿Cómo se diagnostica la muerte del bebé?

Se puede confirmar mediante un examen con ultrasonido al no detectar latido del corazón. Este estudio también puede aprovecharse para volver a estudiar a la placenta y a los órganos y estructuras del bebe para determinar alguna posible causa de la pérdida.



¿Qué tratamiento recibe la mujer embarazada?





Aunque lo ideal es proceder de inmediato a inducir el parto, la pareja puede tomarse su tiempo y decidir cuándo desean dar a luz al feto muerto.
En la mayoría de los casos, el parto comienza naturalmente antes de transcurridas dos semanas desde el fallecimiento del feto, y la pareja puede decidir si espera a que el parto comience en forma natural, si en el periodo de dos semanas no hay trabajo de parto espontáneo se recomienda hacer la inducción.

Otras parejas preferirán que se induzca el parto de inmediato, lo cual se puede realizar con los mismos medicamentos que se utilizan para inducir las contracciones en condiciones normales. Idealmente se debiera evitar una intervención cesárea.

¿Cuáles son las causas de los nacimientos sin vida?





Entre las causas más conocidas de los nacimientos sin vida se incluyen:

• Problemas de placenta. La placenta es un órgano vital para mantener la salud del bebé. El desprendimiento de la placenta, un trastorno por el que la placenta se separa del útero, desde parcialmente hasta en forma casi total, ocurre con mayor frecuencia alrededor de la semana 35 del embarazo. Este trastorno provoca sangrados considerables que impide que el feto reciba la cantidad adecuada de oxígeno y le puede llegar a causar la muerte. El ultrasonido puede diagnosticar el desprendimiento de la placenta, si se detecta tempranamente se debe realizar una cesárea urgente lo que puede salvar la vida del bebé.
• Las mujeres que fuman o utilizan cocaína tienen más de riesgo de desprendimiento.
• Las mujeres que desarrollan preclampsia, un tipo de alta presión arterial derivado del embarazo también corren más riesgo.
• El envejecimiento grave de la placenta, la formación de coágulos placentarios son otros problemas que impiden que el feto reciba suficiente oxígeno y nutrientes también contribuyen a la muerte del feto.
• Defectos de nacimiento. Entre el 5 y el 10 por ciento de los bebés nacidos sin vida tienen anomalías relacionadas con sus cromosomas, que son las estructuras que contienen el material genético que determina nuestras características físicas. Sobretodo en pérdidas antes de la semana 20 son particularmente frecuentes las anormalidades de los cromosomas, aunque pueden provocar la muerte del feto en cualquier momento del embarazo.
• Las malformaciones múltiples en los bebés pueden tener otras causas y siempre será importante consultar a un especialista en genética casos de bebés que fallecen en estas circunstancias.
• Retraso en el crecimiento. Los fetos que no crecen de acuerdo a lo esperado por la edad del embarazo tienen un riesgo mayor de morir de asfixia (falta de oxígeno), tanto antes de nacer como durante su nacimiento, o por causas desconocidas. El ultrasonido durante el embarazo se puede comprobar que el feto está creciendo de manera demasiado lenta, permitiendo así saber que es recomendable monitorear el embarazo cuidadosamente y darle un tratamiento oportuno.
• Infecciones. Las infecciones bacterianas que afectan al feto o a la placenta son una causa importante de las muertes fetales que ocurren entre las semanas 24 y 27 de gestación. A veces la mujer embarazada puede tener una infección que puede pasar inadvertida hasta que ha provocado serias complicaciones, tales como la muerte del feto o su nacimiento en forma prematura (antes de terminar la semana 37 del embarazo). Las infecciones son responsables del 25% del total de muertes fetales. Algunas de las enfermedades que pueden causar la muerte fetal son apendicitis, neumonías, sífilis, toxoplasmosis, listeria, enfermedades virales, infecciones renales, sida y otros. Después del parto, es posible demostrar si la muerte del feto fue provocada por una infección bacteriana mediante la realización de pruebas especiales a la placenta.
• Debe darse una mención especial a la colonización de la madre por el Estreptococo Grupo B, microorganismo que puede causar infección fetal y del recién nacido. Es por esto que se aconseja cultivos vaginales y peri anales a las 36 semanas para identificar a las pacientes portadoras para que puedan ser tratadas en el parto o cesárea.

• Si bien la asfixia durante el parto provoca algunos nacimientos sin vida, no es una de sus causas más comunes.
• Los factores maternos son la edad materna, mayor de 35 años, debido a una mayor posibilidad de problemas cromosómicos y malformaciones. La mortalidad fetal después de los 40 casi duplica a la de mujeres entre 20 y 30 años.
• La obesidad es otro factor que se relaciona con el óbito fetal. Aun se escucha: “Debes comer el doble por tu bebé” y “engordaste poco, tu bebé no va a crecer”; sin embargo, pacientes obesas tienen el doble de posibilidades. La gordura nunca va a ser sinónimo de salud.
• Las enfermedades maternas pasadas y actuales también son muy importantes. Se estima que los males maternos juegan un rol muy importante, ya que son responsables de un 10% de los óbitos fetales. Entre las enfermedades de importancia tenemos la diabetes, hipertensión, enfermedad tiroidea, renales, lupus, asma y cardiovasculares. Existe un grupo de enfermedades en los que la coagulación está aumentada en las mujeres, se llama trombo filia, siendo una de sus manifestaciones el óbito fetal, fetos pequeños y aborto recurrentes.

• Entre otras causas poco frecuentes de nacimientos sin vida se cuentan los accidentes con el cordón umbilical, la alta presión sanguínea de la madre y el embarazo prolongado (un embarazo que dura más de 42 semanas).
Es por eso que después del parto de un óbito, se debe a examinar cuidadosamente el feto y la placenta para determinar la causa de muerte. A menudo se recomienda practicar una autopsia, aunque aun después de la realización de muchas pruebas y análisis, en más de un tercio de los casos no es posible conocer la razón de la muerte del bebé.

Para los padres es muy importante comprender que causó este desenlace y les puede ayudar a la pareja a superar su devastadora situación. Cuando se llega a conocer la causa de un nacimiento sin vida, los médicos pueden ofrecer mejores consejos a la pareja acerca del riesgo de que ocurra otro evento similar en un futuro embarazo y cuales serían las estrategias para prevenirlo.

En la mayoría de las parejas, este riesgo será bajo. Por ejemplo, no es probable que una anomalía cromosómica o un accidente de cordón umbilical se repita en otro embarazo. Sin embargo, si la muerte del feto se debió a una enfermedad crónica de la madre (tal como el lupus eritematoso sistémico o la elevada presión sanguínea) o a un trastorno genético, quizás la pareja deba enfrentarse a un riesgo mayor de que la muerte del feto se repita en otro embarazo. En tales casos, es aconsejable que la pareja acuda a los servicios de consejería de un especialista en genética.

¿Qué estudios hacerse?

Son pocos los exámenes disponibles y muchas veces no se los realiza por dificultades económicas o a solicitud de los familiares. Entre los exámenes que se realiza al feto tenemos: autopsia, resonancia magnética, estudios radiográficos, genéticos, cultivos, histológicos e inmunológicos.

¿Se puede prevenir la muerte del feto?



Evidentemente una vigilancia adecuada de un embarazo disminuye la probabilidad de un evento adverso de esta naturaleza. La consulta con el especialista en obstetricia permite detectar enfermedades en la madre como la diabetes y la alta presión sanguínea maternal, que pueden incrementar el riesgo de muerte del feto.

Es necesario realizar un seguimiento cuidadoso de las mujeres con embarazos de alto riesgo durante el final del embarazo. A menudo es posible determinar si el feto tiene algún problema monitoreando los latidos del corazón del bebé. De este modo es posible comenzar un tratamiento, que a veces puede incluir un parto prematuro, que puede salvar la vida del bebé. En la actualidad, el riesgo de que las mujeres diabéticas y con presión sanguínea elevada den a luz un bebé sin vida no es elevado cuando se someten a un seguimiento regular de su embarazo.

Ninguna mujer debe fumar, beber alcohol o utilizar drogas ilícitas, todo lo cual puede incrementar el riesgo del nacimiento sin vida del bebé y de otras complicaciones del embarazo.

En caso de sangrado vaginal, la mujer debe informar a su médico inmediatamente. El sangrado vaginal durante la segunda mitad del embarazo puede ser una señal de desprendimiento de la placenta.
Todas las embarazadas deben contar las pataditas de su bebé a partir aproximadamente de la semana 26 del embarazo.

Si el bebé da menos de 10 pataditas por día o si la madre siente que se mueve menos que lo habitual, es probable que su doctor recomiende la realización de pruebas para comprobar el bienestar del feto (como el monitoreo de los latidos del corazón del bebé o una prueba de ultrasonido).

Si las pruebas demuestran que el feto tiene algún problema, a menudo es posible tomar medidas para prevenir su fallecimiento.

Todos estos cuidados y recomendaciones se deben realizar en todos los embarazos pero con mayor razón cuando ya ha existido un evento previo de esta naturaleza.

¿Cómo se maneja emocionalmente la pérdida?



El tiempo es un factor importante para que una pareja se recupere de la pérdida de su bebé. Es normal pasar por una etapa de duelo que el tiempo y la comprensión y solidaridad de familiares y amigos les ayudará a resolver.

A medida que van superando la pérdida, pueden experimentar muchas emociones como atontamiento y negación, dolor profundo, enojo y depresión. Una mujer y su pareja pueden tener sentimientos diferentes y esto a veces crea tensión entre ellos cuando más se necesitan. Puede resultar útil solicitar al médico que lo refiera a un especialista que tenga experiencia en la asistencia a parejas que han perdido bebés.